24 de diciembre de 2014

El bosque.


El paisaje, efímero, cambiaba constantemente a través del cristal sucio, bajo el toque cálido de la mañana. El estudiante se ladeaba hacia el cuerpo de su compañera, esquivando el haz de luz tenue que golpeaba el cristal de la pantalla que ella sostenía, tratando de ver lo que veía. Sorprendido, alzaba la vista para mirar su rostro.

-¡Lo estás leyendo!
-Ya te lo dije.
-¿Y te está gustando?
-La verdad es que está muy bien.

9 de octubre de 2014

No todos caen.


Solo polvo, metal oxidado y restos carbónicos.
No era la sala, irreconocible ya, cubierta de guijarros, de ceniza, con solo tres cañones en las esquinas, inmóviles a la espera de órdenes. No eran sus lentes ya inservibles, ni el fuego, ni siquiera la energía cinética que maltrató sus vértebras y casi le precipita hacia el vacío. Máxima potencia, aquel primate no merecía menos... No era ni siquiera su preciada Conoscenza, que tuvo que pagar sus errores. Tumbada cerca del más alejado de los cañones, su compañera no se movía, y eso era lo que realmente importaba. Susurro... Se irguió dolorido, sin pensar en sus fisuras y hemorragias, mirándola, caminó hacia ella, le entró la tos debido a la alta densidad de partículas de polvo en el aire. Siguió bramando sin poder parar mientras caminaba, quemándose la garganta mientras su cuerpo rodeaba a la bestia muerta. Un extraño líquido empapó su calzado, fluyente directamente del monstruo. Aquello no era sangre, era... aceite...

10 de agosto de 2014

Los edificios derruidos.


Dos tristes fieras fueron juntas a un funeral.
El fuego, canción seca, entonando con voz afinada las tristes notas de humedad en sus ojos, el acorde de las hienas que en un derroche de maldad apartó a una fiera de sus brazos para no verla más.
Los pastos fatigados, las colinas abrasadas, los amigos que se acercaron, tendidos en ristra, algunos muertos en vano, otros con ojos abiertos y sorpresa sincera, preguntándose el por qué de la atrocidad. Calíope de pie entre ellos, frente al hoyo negro, sollozando junto al cadáver de Faro, pendiente de la promesa de que su chico no regresaría hasta derrotar a la bestia que privaba su corazón de paz. Prometió ser su pareja, prometió volver con la integridad ilesa para estar con ella, y ella esperaba, sin más esperanza de que la espera acabara como mereciera acabar.

3 de agosto de 2014

Oscura sinceridad.


Seguí descendiendo y descendiendo en aquella oscuridad total, hasta tocar el fondo con mi espalda, abrir los ojos y tardar segundos en distinguir la tenue luz que iluminaba el sombrío lugar.
¿Dónde me encontraba? Con ojos confusos observaba las paredes rectas, viejas y deshechas. ¿Me había acostumbrado ya a la luz? Unas lámparas de neón en el techo, recto, viejo y derruido descansaban, rotas y deshechas como el resto de la habitación. Sin embargo, una suave luz anaranjada se filtraba tímidamente por un resquicio en lo alto de una pared, a mi derecha, junto con hilos gruesos de niebla del color de la luz, que se desgranaban y deshacían al entrar en el lugar. El suelo, sucio, poblado de guijarros y azulejos caídos de las paredes blancas, llenas de agujeros que revelaban el ladrillo. Recordaba todo lo que había pasado. Calíope. Luchadora. Sin embargo, no sentía dolor alguno, de ningún tipo, y pensando esto dirigí mi mano a la herida en mi abdomen, intrigado. Sin embargo, con sonido de cadenas, mi brazo solo pudo avanzar la mitad del viaje.

10 de julio de 2014

Guerra.


Poco a poco comenzaba a invadirme la paz... cada vez me sentía más unido a la tierra de mi mundo. Todo se apagaba. Mi espíritu sanaba y podría emerger de su mal... Unos extraños pulsos hicieron vibrar las baldosas donde meditaba.

Eissen abría la puerta en el momento en el que leía la última frase de mis confesiones. Cerré el libro rápidamente, apilándolo con los otros dos.

-Hola, Mil Mentes... -pausó -. ¿Qué haces?
-Nada, Eissen -abrí la caja fuerte detrás de mi asiento y metí dentro los libros -. Guardando esto.

22 de mayo de 2014

La gran huida.


Apenas podía incorporarme y me costaba horrores caminar recto, porque había sido todo oscuro y agotador. Lequ Love y Stille me agarraron, me preguntaron qué había pasado, me dijeron que todos reposaban y la velaban en las ruinas. Una fuerza muy poderosa se notaba cerca y acercándose.

Mi cabeza rebosaba ideas, pero la enfermería se encontraba en completo silencio.
Los sanos transportaban a los heridos, habilitaban nuevas camas y trataban las lesiones más superficiales. Todas las mentes me miraban con pena y tristeza cuando pasaba por su lado. Una tristeza que compartía, y me contagiaba su silencio, pero aquel monstruo seguía ahí y no podíamos lamentarnos mucho si no tomábamos medidas pronto. Buscaba a Servatrix, entre el triste ir y venir de cuerpos.

11 de abril de 2014

Grand Suffer.


Caminaba lento, arrastrando los pies entre los guijarros de aquel desierto de tierra seca y quemada. Los brazos pendulaban sin resistencia, hacia detrás antes de dar un paso, hacia delante después de darlo... Y contemplaba, con la mirada perdida, aquellas fallas, extrañas montañas que se formaron justo antes de volver. A lo lejos, en medio de toda aquella tierra oscura y devastada, se acercaban dos figuras...

12 de marzo de 2014

Cuidado con lo que deseas, podrías no cumplirlo.


Aquellas esquivas manchas de luz permanecían estáticas, mientras trataba de encontrarme en el espacio, moviendo torpemente mi cabeza. Acabé notando un leve hormigueo en mi mejilla y supuse que estaba en contacto con la tierra. Sin embargo, el sabor de la sangre era siempre el mismo, tan característico...

-Ven conmigo, Eissen. Tenemos que hablar.

Dejé que el cazarrecompensas Yerro se deshiciese del cadáver de la forma que considerara más oportuna. El traslado de Susurro a la Enfermería, en el Edificio Oeste, fue más complicado.

1 de marzo de 2014

Plan en contra.


Aquel edificio no era lo suficientemente grande para abarcar a mis nuevos huéspedes, por lo que se añadió una planta y expandieron los costados. En el primer y segundo piso del ala Este se instaló el laboratorio, la sala de máquinas y artefactos, la gran biblioteca y los cañones de defensa, todo a disposición de Erudito, incluyendo su preciada Conoscenza, su único cañón manual. En la planta baja creamos un juego de fuentes y pequeñas cascadas de agua precioso, con ventanas grandes donde podía verse el mar apaciguado y las lejanas montañas. En la planta última se habilitó una sala de meditación, que si bien en principio estaba pensada para Razón, descubrimos pronto que una mente llamada Relativismo también reaccionaba de manera especial a ella. Había también una sala de creatividad, y enfrente de la puerta principal, en su lado contrario, una habitación pequeña en la segunda planta, en cuyo centro una columna con una bola brillante de un palmo de diámetro brillaba con fuerza. Esa bola nos costó mucho crearla, pero según otra mente llamada Nadir, servía para encontrar rincones perdidos de nuestra personalidad y rescatar la energía que había en ellos y no se utilizaba. Él la usaba frecuentemente, pero pasaron los días y no pensaba que diera muchos resultados.

8 de febrero de 2014

Mil Mentes.


Alzaba la vista borrosa con la boca abierta, cansado, aspirando pesadamente el aire lleno de polvo. No veía nada con detalle, solo manchas negras y grises. La sangre no hacía ruido al caer gota a gota en el suelo... Dolía...

El descubrimiento de un nuevo mundo recorrió cada rincón de las islas. Erudito apareció desde su biblioteca, Razón descendió desde Isla Polar agarrado a Susurro, con su gancho. Algo tan impresionante no pude ocultarlo ni un segundo. La emoción fue máxima. Me pidieron descripciones detalladas, y yo deshice cada fibra del paisaje y la narré por separado. Me pidieron que contara lo que hice, y yo les engañé cauteloso. Un mundo nuevo, ellos sabían, cargado de promesas y triunfos. Un nivel más profundo, complejo, maduro y por lo tanto mejor, pero nada de Sever. Sever huyó tras su derrota, y seguía con nosotros, seguía molestando en las colinas... pero no tendría por qué hacerlo en este... ellos sabían.

20 de enero de 2014

La luz antes del abismo.


Como siempre, todo estaba revuelto, pero confiaba religiosamente en que al fin la paz llegase a mi mundo algún día. Los traumas eran difíciles. Pude haberme resignado... pero no lo hice.
Guardo un especial cariño a la única calma que hubo en mi vida. Fue próspera, fue reparadora...
Fue un engaño.

-¡Esta arma me pertenece! -lo decía, pero al tiempo se escurría de entre mis dedos para aparecer en los suyos.