Caminaba lento, arrastrando los pies entre los guijarros de aquel desierto de tierra seca y quemada. Los brazos pendulaban sin resistencia, hacia detrás antes de dar un paso, hacia delante después de darlo... Y contemplaba, con la mirada perdida, aquellas fallas, extrañas montañas que se formaron justo antes de volver. A lo lejos, en medio de toda aquella tierra oscura y devastada, se acercaban dos figuras...
Una enorme explosión destruyó el suelo, manchando el cielo de piedras y polvo, creando un enorme agujero del centro mismo de la tierra del cual salió un cuerpo enorme de varias decenas de metros, que con un bramido aterrador sacudió nuestros corazones y anuló por completo nuestra mente. Aquello no era un monstruo, era una aberración aterradora, inmensa. Todos gritaron y comenzaron a correr, huyendo. Entre el caos, entre la confusión, entre la desesperanza, nuestro enemigo gigante comenzó a volar a lo lejos, para caer en picado de nuevo contra la tierra y desaparecer con ella. Estaba comiéndosela.
-¡Alto! -entre la marea de miedo Optimismo intentó pronunciarse -. ¡Repartíos a lo largo del perímetro y construyamos una barrera! ¡Alto todos!
-¡Parad! -grité de manera que todos me escuchasen, y se detuvieron -. Haced... lo que dice.
A lo lejos, fallas terribles comenzaron a levantarse, la tierra gemía y aullaba mientras que yo, con todas las cosas que tenía en mi cabeza, debía priorizar no morir. El enemigo avanzaba hacia nosotros, hundiendo el camino que dejaba tras de sí creando una estela de destrucción enorme, enorme como el tamaño de aquella bestia, oculta. Las mentes se dispersaron y separaron, acobardadas, animadas por Luchadora que gritaba que era eso o la muerte, alrededor de los edificios y levantando una sólida barrera de energía semiesférica. Erudito cogió a Conoscenza. Eissen entró corriendo en El Palacio. Concentrados, aguardamos. Mientras el enemigo llegaba de manera inminente, aguardamos. Luz me había abandonado... ¿Por qué? ¿Es que todo era mentira y seguía siendo un patán que mereciera el acoso de los mayores? Luz me había...
Una explosión de rocas y arena colapsó nuestros oídos. La bestia gigante emergió de pronto frente al edificio principal, frente a mí, con un rostro parecido a una calavera con cuernos y colmillos, ensanchada y aplanada para adaptarse a aquel cuerpo, no muy diferente a un gran escarabajo. Mirando hacia abajo me miró con unos ojos negros que no se podían ver, y en un segundo que me parecieron diez torció su cuerpo encarándolo hacia mí... y cargó.
La barrera se quebró. Algunos tuvimos que agacharnos para esquivar las esquirlas que cayeron a toda velocidad, mirando al monstruo gigante que frente a mí seguía haciendo presión. La barrera gemía y aullaba, comenzando a colapsar.
-¡Concentrad toda la energía en el punto!
Toda la barrera desapareció para concentrarse en el lugar donde aquella bestia cargaba, reparándose de nuevo, pero insistía, insistía, con la mirada terrorífica mirándome directamente con gesto de furia. Su cuerpo, gordo y plano como el de un insecto, poseía dos brazos con garras potentes, de color marrón uniforme y sin pelo. Sus alas estaban desplegadas, pero no necesitaba moverlas. La barrera reforzada, comenzaba a gruñir, y a maullar.
-¡Todos concentrados! -Luchadora gritó para todos -. ¡Es el enemigo puntual más fuerte que he visto nunca! ¿Queréis vivir? ¡Ganáoslo! ¡Confiad en el escudo de vuestro compañero y seremos invencibles!
Las primeras grietas comenzaron a formarse, y desplegando una espada hecha completamente de energía, comenzaba a irradiarla, concentrado. El monstruo rugía, iracundo, sediento de sangre, presionando. Todos en tensión, todos con miedo, pero lo íbamos a conseguir... ¿no?
Una explosión de esquirlas hirió varias partes de mi piel, tensando los músculos para resistir viendo apenas cómo un cuerpo gigante aplastaba a dos de los míos y cargaba con toda su fuerza contra mí, ¡pero le estaba esperando!
El primer contacto fue doloroso, y mi espalda y cabeza sufrieron una gran sacudida. Con mi espada de energía contenía a la bestia, que debido a la potencia comenzaba a patinar su vientre en el asfalto, dañándolo. Apretaba los dientes mientras aquellos colmillos me arrastraban, mirándome la bestia de ojos negros y mirando yo la pared de El Palacio a la que nos dirigíamos. Intenté crear energía para salir de ahí...
Una estela negra cruzó el cielo a mi derecha y golpeó mi cuerpo desviándome de la trayectoria del monstruo, que horadó la pared. Stille me sostenía en brazos, soltándome con tacto cuando me encontraba a salvo. Me alcé, dándola las gracias mirando a aquella aberración profanar nuestro suelo. Mil salvas y golpes de varias mentes que la rodearon intentaron atravesar su piel férrea, pero era imposible. Moviendo su cabeza blanca y su cuerpo gris las lanzaba por los aires, pero nuevas mentes ocupaban su lugar. Luchadora, valiente, esquivó dos cabezazos, y tanteando bien saltó a su nuca, clavando su espada negra irrompible en la quitina, logrando atravesarla ligeramente. El monstruo aulló, y para mi horror comenzaron a brotar de él decenas de tentáculos, de debajo de sus alas, su costado y junto a la guerrera, que apretando los dientes extrajo rápido su arma para comenzar a esquivar y detener los innumerables golpes de aquellos cuerpos gelatinosos. Presuroso corrí hacia ella, sin volar para gastar esa energía en nuestros ataques, lanzando energía a los tentáculos y al bicho como otras mentes, y como la Conoscenza de Erudito. El monstruo se enfadó con los cañones, golpeando el edificio. Con nuestra ayuda comenzó a retroceder ella, cortando la cabeza de un tentáculo sin ver que otro la propinaría un golpe que destrozaría la protección de su antebrazo derecho y la llevaría volando hasta mí.
-¡Luchadora! -corrí a ayudarla.
-¡Alto! -con un gesto para que me alejara, intentó levantarse como pudo -. Es el precio a pagar... por no prestar atención -la cabeza de un tentáculo agarró a una mente y la estrelló contra el suelo, matándola, y ella gruñó -. ¡Al fin un enemigo digno!
La bestia se giró de pronto, mirándome a mí, ignorando el resto de ataques que apenas le hacían daño. No mediamos palabra, ni siquiera pude ver sus ojos inmersos en aquella calavera, pero me dijo su nombre. Grand Suffer. No lo hizo por respeto, ni siquiera como información. Dudé siquiera si a ello le importaba su propio nombre. Pero tras aquella informal presentación, comenzó a volar hacia mí, y sin el espadón que tanto había usado, tomé prestada la lanza de Razón, que comenzaba a emanar chispas. Pero Luz me había rechazado, era demasiado tarde. Paralizado, solo pude observar aquel golpe. Y abriendo ligeramente los ojos, solo pude recordar ver a Stille y Susurro llevarme corriendo a las mazmorras de El Palacio. El sonido inconfundible de los golpes no cesó, nunca. Y no sabía muy bien cómo estaba. Inconsciente, pero atento. Sin capacidad para responder, pero consciente de todo lo que en el mundo ocurría. Aquel monstruo me había paralizado con su mirada, y no podía salir...
Grand Suffer alzó el vuelo, atacando muchos cañones de Erudito, que apenas le dañaban pero molestaban mucho. No importaba lo que atacaran, apenas era herido. Voló a placer, bajando solo para crear un reguero de sangre. Destrozó y engulló, sin parar de moverse, matando una, otra, otra mente, a veces varias a la vez. Eissen tomó la iniciativa, y desde mi despacho controló mi herramienta personal, que le permitió ser consciente de todo lo que ocurría en el mundo, y potenció su comunicación con las otras mentes, guiándolas a todas como el cerebro coordina los movimientos en el peligro. El monstruo hizo destrozos en el Edificio Oeste en el que Optimismo y Servatrix se salvaron de milagro donde sus compañeros no lo hicieron. Voló a la Sala de los Recuerdos donde desde su techo Humilde lideró a los arqueros con los amuletos de Servatrix que le otorgaban energía para poder lanzar. De nuevo, Grand Suffer atacaba y rompiendo parte del edificio, asesinaba a las mentes y se iba. Atacó el Edificio Oeste de nuevo, y de ahí al central, y todos fueron allí. Solo unos pocos guardaron el resto de edificios, y Humilde y Luchadora se quedaron custodiando la Sala. Muchas mentes morían. Sangre. Sangre. El miedo general era real, porque aquel ser poco a poco estaba matando una parte importante de mi ser. Mi mundo se moría.
-No sé por qué estoy aquí -Luchadora, iracunda, se dirigió corriendo hacia Grand Suffer.
-¡Espera! ¡Luchadora, por favor! -Humilde.
Ella se detuvo como si no quisiera, para girarse hacia él, agarrado a un saliente en el primer piso, con gesto preocupado.
-¿Qué?
-Eissen controla la herramienta potenciadora de Mil Mentes, tenemos que confiar en él.
-¡No pienso acatar una orden si va a ser quedarme parada mientras mis compañeros mueren!
-¿Y si viene, Luchadora? ¿Vas a dejarme solo ahora?
-No...
-Mira... -bajó hasta ella, para agarrar sus manos -. Sé que quieres combatir. Pero tenemos que permanecer juntos porque si viene ahora, solo nosotros nos interpondremos en la destrucción de la Sala, Luchadora -los golpes y gemidos no cesaban, y entristecieron a la guerrera -. Y sabes que nosotros sí podríamos sobrevivir a una carga de ese bicho, pero solo si estamos juntos.
-Yo... vale -intentó sonreír, con sus ojos húmedos -. ¿Quieres que lo matemos nosotros dos?
-¿Tantas ansias de gloria tienes? -sonrió.
-Mequetrefe...
Humilde sonreía oscuramente, sin olvidar a sus compañeros. Los sentimientos habían nublado la capacidad de ambos, y de pronto los ruidos y gemidos cesaban en sus cabezas, y crecía la voz familiar de Eissen. Un sonido grave se hizo más patente, y Humilde dejaba de sonreír mientras Luchadora volvía a la realidad. Encima de ellos, un monstruo gigante con garras y tentáculos. Dentro, la voz de Eissen que les alertaba gritando del peligro...
-¡Cuidado! -el chico esquivaba a tiempo un trozo de edificio que Grand Suffer había traído para él, cogiendo a la chica de las manos y buscando una buena posición.
El monstruo aterrizó aparatosamente entre la Sala y el Edificio Norte, rugiendo con fuerza frente a ellos. Desplegando sus dos tentáculos más grandes realizando un barrido hacia ambos, uno por la derecha y otro por la izquierda. Esquivaron el choque de tentáculos a tiempo, vibrando su cuerpo por la fuerza del golpe cercano. Incorporándose, avanzaba Luchadora corriendo mientras Humilde saltaba sobre los tentáculos pequeños que iban hacia ella y los dañaba con la energía que le cedió Servatrix. Cabalgando uno, saltó sobre él para aterrizar en la nuca de Grand Suffer, desplegando energía por su cabeza de hueso y metiendo la mano por los orificios sin palpar nada.
-¡No tiene ojos! -un tentáculo grande le agarró con su ventosa y le estrelló contra la Sala de los Recuerdos, salvándose utilizando mucha energía como un escudo, incorporándose rápido entre los escombros -. ¡Luchadora, no tengo casi energía, cédeme un poco de la tuya!
Los dos tentáculos grandes de la bestia se anclaron en el cemento, y comenzó a arrastrar su vientre hacia delante ayudado por sus garras, aproximándose a la chica que apenas daba abasto esquivando y contraatacando los tentáculos pequeños. Ella le miró, accediendo al instante, soltando un chorro de energía morada por su espada mientras esquivaba otro golpe, que Humilde absorbió al instante por sus palmas. Había que usar bien esa energía. Eissen decía que los primeros refuerzos llegarían en muy poco, porque iban corriendo.
-¡Defensivo, les esperamos! -gritó Humilde.
El monstruo aprovechó que Luchadora le miraba para tirarla al suelo. Fue a incorporarse pronto, pero un tentáculo ya cargaba para impedírselo. Humilde, sin vacilar disparó un proyectil de la energía que su compañera le dio, pero ocurrió lo inesperado.
Dejando una explosión de polvo morada y una estela tras de sí, Humilde gritó de dolor mientras salía disparado, perdiéndose en el interior de la Sala de los Recuerdos.
La guerrera gritó con él desde el suelo, muy preocupada, sin entender lo que pasaba, sin ver que uno de los dos tentáculos más grandes se cernía sobre ella inminentemente. Giró sobre sí misma en un acto instintivo, pero el golpe alcanzó a la espada, que se quedó pegada al suelo escurriéndose de sus dedos. Todo era oscuro, y mirando hacia arriba vio dos tentáculos abalanzarse sobre ella, cubriendo demasiada área para ser esquivados. La guerrera, vencida. Aquello debía ser entonces el rival digno que acabaría con ella...
Como una sombra cargó Stille envenenando el tentáculo más pequeño haciéndolo estremecer, y Humilde aparecido de pronto la agarró con sus brazos ensangrentados agachándose y la sacó de allí a tiempo, esquivando por los pelos el gran tentáculo que destrozando el suelo a su alrededor le desequilibró tirándole al suelo haciéndole soltar a Luchadora. La guerrera miró hacia arriba por última vez, donde un tercer golpe iba a por ella. ¿Dónde estaba Humilde? ¿Dónde estaba su propia entereza? Vio con ojos aterrados como se aproximaba más y más, y una lanza con rayos, una columna horizontal de energía dorada y un rayo láser cercenaban el tentáculo, y Grand Suffer rugió, alzando el vuelo de nuevo, yendo Stille con dos mentes más tras ello sabiendo que muy probablemente morirían. El monstruo hizo un barrido con sus tentáculos, golpeando y asesinando a una, y chocando finalmente con el Diapasón, el monumento de Musik. Las dos grandes barras verticales de metal que se unían en una sola antes de anclarse al suelo comenzaron a vibrar, emitiendo un sonido penetrante y constante, particularmente fuerte debido al golpe. El monstruo rugió. El monstruo gimió, y aulló, y revolviéndose en sí mismo alzó aún más el vuelo y se alejó de pronto de todos aquellos, pues aquel sonido le hacía daño.
La sangre. El dolor. El precio que pagamos aquel día. Desde las mazmorras paralizado de horror contemplaba el mundo. Un mundo terrible ahora, gobernado por un monstruo que engullía la tierra a nuestro alrededor en círculos, esperando paciente que aquel sonido cesase para abalanzarse hacia nosotros de nuevo. Todos arrodillados, por cansancio y dolor, y por respeto a los muertos, y yo tumbado, en las mazmorras y en la cama de mi habitación, eran las cuatro de la mañana y no podía dormirme, y entendí entonces a un gran amiga mía, que tampoco solía poder. Luchadora se alzaba, donde todos descansaban con la mirada perdida, y los ojos llenos de lágrimas. Luchadora caminaba derrotada mientras descompuesto lloraba en mi interior el rechazo de aquella mujer, solo salvado por la música que a mí me gustaba.
¿Qué pasaba con mi cabeza? ¿Dónde estaba mi mente? ¿Y mi espíritu? Había creado mi mundo y crecido gracias a que Luz me inspiró. Crecí no solo para tener una vida mejor, o derrotar a Sever, también para tenerla a ella, y ahora resultaba que ella era mucho más débil que yo, no por rechazarme, sino por cómo lo hizo. Luchadora caminó entre los caídos, pero no mucho tiempo. Finalmente se arrodillaría, como todos, porque le fallarían las fuerzas. Las lágrimas empaparon el suelo junto a la muchacha, y sus gemidos rasgaron cada parte de este mundo. Sus gritos colapsaron los corazones de todos mucho más que los rugidos de nuestro enemigo. Ante ella con brazos, espalda y boca ensangrentados, encima de un pequeño charco de sangre, se encontraba el chico que la salvó. Humilde yacía muerto porque no esquivó el tentáculo que debió matarla a ella, en el asfalto de un mundo que ya no era nuestro, no era nuestro porque se inspiró en una mentira, en la mentira de que había crecido para conquistar a Luz.
No era objetivo ni fuerte como lo soy ahora. No vi que los dos en realidad no estábamos hechos para estar el uno con el otro, pero las racionalizaciones que creé me controlaron y estrangularon hasta dejarme petrificado mientras mis mentes eran masacradas, haciéndome creer que era de una manera que realmente no fui, obligándome a que me gustase lo lógico y razonable. No se puede esclavizar a los sentimientos.
Con aquella fría verdad desperté de aquel trance, respirando pesadamente, con el sabor de la sangre en la boca y la única certeza de que si quería salir cuerdo de aquel secuestro debía abandonar aquel mundo, y hacer algo que realmente fuera mío.
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