25 de octubre de 2017

El trueno cae dos veces.


Es de día. ¿Cuánto he estado dormida? Dante ya no está, no hay nadie asomado a la ventana por la que entra luz, solo el enano, el gnomo en el centro, muevo la cabeza para alinear mis ojos con los suyos entre los barrotes. Me está mirando. El enano reacciona cuando me levanto, ¿cuánto lleva mirándome mientras duermo? Nos quedamos los dos así, mirándonos, hasta que él voltea la cabeza con un gruñido, y se va por la puerta por la que Dante me trajo por primera vez, grande, desde la que veo los rayos de sol entrar por los límites y, si me esfuerzo, distingo una parte de la pared de una montaña.

18 de octubre de 2017

Consecuencias.


Una vez cabalgué por estas llanuras con Cessabit, la cierva de Servatrix. Era grácil, correr con ella era como flotar, como si no hubiera piedras en el camino, y su cornamenta, pese a su tamaño, no molestaba ni a la vista ni me golpeó en la cabeza una sola vez. Aristóteles es diferente, es grácil, no puedo negarlo, pero cada paso que da es un golpe en mi pelvis, no estoy acostumbrado a cabalgar. De hecho yo no le guío, prácticamente él me guía a mí, intuye que quiero ir por aquí y yo finjo tener las riendas. ¡Cuidado! Madre mía, debo de haberle hecho daño, seguro que me he agarrado muy fuerte de su crin para no caer. Pobre Aristóteles...

11 de octubre de 2017

Gema, máquina, salvaguarda.


Servatrix está de acuerdo conmigo, y sube las escaleras en silencio con la comida a Madurez. Hoy definitivamente está siendo un día largo, y mejor será que acabemos pronto la reunión, porque no creo que me quede dormida, pero no sé cuánto más podré obligarme a estar despierta. Arriba, Mentes está viendo la televisión con María, apenas sin prestar atención, cansado, pero sin sueño. Ella le pide por favor que ambos hagan algo este fin de semana.


—El anterior ya hicimos algo —dice Razón.

4 de octubre de 2017

La mirada de mujer.


Un líquido frío en mi cara me hace abrir los ojos, poco a poco. Cuando despierto, el líquido para de caer. Noto un sonido robótico detrás, y no puedo moverme, estoy atado a una silla incómoda y astillada. No veo nada, solo negro. Escucho el metal de una tijera frente a mí, a pocos metros, de forma inconstante, a veces es un corte largo, otras es corto y sutil, así que hay alguien frente a mí. Escucho otros sonidos, provenientes de lugares indeterminados, pero no puedo interpretar nada a través de ellos. Algunos ecos vienen de lejos a través de pasillos, así que estoy en un interior. Froto la cara contra mis hombros, pero no llevo nada, ninguna tela, estoy realmente a oscuras, y pienso en Energía, en si estará bien, y pienso en mí. En dónde cojones estoy. Evalúo sin criterio mi nivel de peligro, pero solo uno puede estar detrás del ataque a la casa.