30 de noviembre de 2017

Fugitivos.


Todos deshacemos el campamento con la primera luz del sol. Con los chillidos de la Señorita Lorraine al despertarse, Afrodita ha abierto los ojos. Repar y Duch se vuelcan prácticamente encima de ella, preguntándole cómo está, Duch habla tan fuerte y tan rápido que Repar lo está echando dándole patadas con la bota que aún puede calzar. Afrodita está desorientada. Repar me pide que por favor aleje a Duch de Afrodita, y Duch me mira con cara de no entender nada.
Afrodita está muy mal. Empieza a temblar y le pregunta a Repar dónde están sus dos extremidades metálicas. Las ha perdido por segunda vez.

22 de noviembre de 2017

Nada.


No veo nada por culpa de la niebla negra, nos ha alcanzado pero bien. La cosa está fea para sobrevivir, pero hay que hacerlo, debemos avisar a todo el mundo de que el Faro ha caído. Veo a Eissen con los dos caballos, corro hacia Nadiesda, y de pronto estoy en el suelo, y de pronto me arrastran volviendo sobre mis pasos contra mi voluntad. Un tentáculo me ha agarrado, trato de zafarme, pero me he golpeado la cabeza, no veo nada, y no sé dónde estoy... siento mareo. Por un momento, veo el sol, estoy más allá de la bruma, y por los ruidos sé que el Faro está siendo derruido. El tentáculo me agarra con fuerza y me baja a mucha velocidad, hacia el mar, y mientras siento un empequeñecimiento en el pecho, me preparo para un buen golpe.

15 de noviembre de 2017

Definitivo.


Desde la cama el mundo se ve mucho más gris. Tan solo estoy tumbada y quieta, haciendo nada, pudiendo hacer mil cosas ahí afuera, entrenar, patrullar, prepararme para lo que viene. Imagino que la lámpara es un objetivo de espaldas, y yo me deslizo como un soplo de aire, me coloco detrás y acabo con ella sin alertar a los niños, ato al objetivo de pies y manos y cumplo la misión, sin incidentes, sin nadie más implicado, solo el objetivo y yo. Lo imagino una y otra vez, cada vez que las imágenes saltan a mi cabeza, o cada vez que miro hacia la puerta, donde el cuerpo sin vida de Lisa descansa, grisáceo, inmóvil. Veo desde aquí los puntos en la herida del cuello, casi tapados por su maraña de cabellos rojos. Imagino que la lámpara es un objetivo de espaldas, y yo me deslizo como un soplo de aire.

9 de noviembre de 2017

Error, error.


Todos corren a sus cuartos para prepararse. La comida que queda descansa en la mesa, mientras arriba escucho decenas de pasos y ruidos, arrastrones y caídas de objetos metálicos. Todos se visten apropiadamente para la batalla, cogen sus armas, sus herramientas. Mientras, yo, por mi parte, acabo lo que me queda de desayuno, porque estoy preparada, y llevo preparada desde hace días para este momento.
Repar no sabe hacer ni siquiera unos huevos fritos decentes, pero hay que reconocerlo, el beicon lo hace como nadie, sin siquiera usar aceite. Lo mezclo con pan, con parte del huevo roto, y lo saboreo despacio entre pisadas y portazos. Social, que está frente a mí, mira a su alrededor como si quisiera importarle lo que ocurre, pero no lo consiguiese en absoluto. Le ofrezco parte de mi bocadillo, y después de no enterarse la primera vez, y tras pensárselo unos segundos, dice que no, mirándome sin mirar.

1 de noviembre de 2017

¿Dónde están nuestras medallas?


Defensor tiene el puño apretado, y va a golpear la mesa, pero se frena a mitad de trayecto. Respira muy profundamente, y echa atrás su melena negra. Cuando descansa el brazo en la mesa, parece un tronco de piel robusta sin cicatrices. Mira a Jil fijamente.

—¿Es una amenaza? —dice.
—Tal y como le dije a tu compañera en su día, el mensajero no tiene nada que ver con el mensaje.
—No me refiero a eso. Me refiero a si esa máquina, con voz de mujer, nos está amenazando a nosotros.
—Está amenazando a Dante, sin duda, y a vosotros si no le entregáis. El por qué, lo desconozco. Hablad con él.