21 de abril de 2020

Madurez.


Dante cabalga, yo sólo puedo agarrarme a él, y esperar a que esta tormenta pase pronto, a que todo pase, que lo hagamos lo más rápido posible, que salga bien, que podamos volver a casa. La lluvia que se escurre por su pelo cae sobre mí, luego el viento la congela, y luego la arrastra, haciendo otro corte de frío por la mejilla. ¿Puedo repetir el abrazo que le di a Luchadora si no fue suficiente? ¿Cómo detener este caballo, desmontarme a más de cien metros de altura, y correr hasta ella antes de que entren en ese edificio? Debí haberles agarrado más fuerte, a todos. Me tiemblan las piernas, el cuello, el rayo cae, me agarro a Dante tan fuerte como puedo mientras escucho cómo se parten las nubes, el viento se lleva de mí las últimas balas. Es pleno día y parece de noche.

11 de abril de 2020

Eissen.


¿Puede ser la humedad la que haga que la barba me pique tanto durante este paseo? Mientras me esfuerzo por no rascarme más, me centro en todo lo que está ocurriendo en el mundo de Mentes, algo que de pronto ocupa tanto de mí y, al mismo tiempo, parece que tengo que concentrarme para recordar que, después de un año, Mentes ha vuelto, y con él, también he vuelto yo, de las profundidades de una cueva en la que una decena de caras grotescas me llamaban el hombre perfecto. Con cuidado, aparto dos rocas de escombros de una flor milagrosamente intacta, amenazada por sus costados puntiagudos. Ellos me llamaban hermano. Experimentos de Sever, vida artificial, fracasos iniciales de lo que más tarde yo sí logré ser. Decían que yo era su hermano.

2 de abril de 2020

... Sino por quienes no pueden.


Localizo otra cana entre la melena azul. Pronto debería amanecer, pero no sé cuánto iluminará el sol bajo esta capa de niebla tan oscura. Ni rastro de la aurora. Ráfagas de aire se cuelan por debajo de mi camisa y la inflan, ahora que no hay armadura que la sujete. Llenan mi vientre, mi pecho, de una humedad que cala a través de las vendas. Sólo puedo imaginar el calor de una hoguera a mis pies, el tacto de la ropa limpia, un baño de agua caliente, yo sola, flotando desnuda en el cosmos.
Echo de menos la comodidad de los momentos sencillos.

1 de abril de 2020

No combate por ideales...


Ojos de humo oscuro y brillante, cientos de ellos. Están tan fijados al suelo que puedo ver desde aquí, a más de cien metros, cómo el humo asciende y baila con las ráfagas del aire nocturno.
Claro... ¿Cómo no se me había ocurrido antes? La mayoría del ejército está compuesto por animales de Energía, y posiblemente también controle los cadáveres que Dante provocó en el pueblo enano. Los robots, y los ojos de brillo mucho más sutil, son la minoría, en conjunto no serán ni un tercio de la fuerza que Miedo ha enviado a por nosotros. Cuando llegué a esta isla, tenía a Miedo como un ser milenario e invencible, y lo primero será verdad, pero... sin sus ojos en El Círculo, aunque fuesen visiones borrosas, y sin la fuerza de Dante que desaprovechó en medio de una montaña, la única fortaleza de Miedo está en su diversificación. Entre las filas que forman frente a nosotros hay tres mentes y varios enanos a los que no podemos matar, cueste lo que cueste. Hay también, la gran mayoría, animales que preferiblemente deberían vivir, y luego están las máquinas, el grupo más pequeño, que tenemos que destrozar en el acto. No es un ejército enemigo al que podamos despersonalizar y aniquilar, Miedo juega con los nuestros, y cada unidad nos obliga a procesarla por separado, a tratarla de un modo u otro. En pleno caos, mis hombres comenzarán a atacar mortalmente al primero que se les ponga delante, y podría ser un familiar suyo. No nos interesa el combate.