21 de diciembre de 2017

Veneno en Ror Ató.


Pese a que Epón no para de pedirme que vuelva, sigo bajando las escaleras que llevan al sótano. Nunca he estado aquí... lo más lejos que he estado de ser libre ha sido cuando me apoyé en la puerta principal abierta y estiré el brazo hacia afuera, hasta que lo iluminó el sol hasta el codo. Podría decir que, por unos segundos, la mitad de mi brazo fue libre. Y nunca había estado más abajo que en el propio vestíbulo. Pero yo quiero ir más hacia abajo, quiero ver cómo es ese lugar del que salen los enanos, y ya llevo un buen rato bajando las escaleras de caracol, escucho ruidos cada vez más claros, y un aire más respirado.

7 de diciembre de 2017

¡Unucba Nachuza!


Es un día brillante y cálido, perfecto para salir a tomar el sol en la arena. La comida que ha preparado Social estaba deliciosa, y aún así, tengo hambre, porque repetiría una y otra vez hasta que no quedase nada. Servatrix canta, en el jardín, la canción que se inventó para ayudar a Madurez a dormir por las noches, es una niña tan tierna... Madurez me ha pedido que la coja de la mano y la lleve con ella a la playa. Ella también tararea una canción que parece estar improvisando.
Noto la arena caliente entre los dedos de los pies. No es una sensación a la que esté acostumbrada, porque siempre que me toca encender las antorchas en la playa, llevo las botas de la armadura. Hoy descansa encima de la cama, junto a la espada. Madurez se tira de panza contra la arena y empieza a rodar y a rebozar su pelo rubio. Susurro practica el tiro con arco, y Stille le da la mano. Les pregunto si van a querer bañarse, y dicen que no. Yo me tumbo en la arena y cierro los ojos, el sol apunta directo hacia mi cuerpo, y pienso refrescarlo en cuanto esté caliente.