21 de febrero de 2020

Sobre la técnica del descenso.


He soñado con Dante. Ha sido un sueño intenso y real, de los que ahora mismo puedo acordarme de todo, de que estábamos en su torre, y él estaba absorbiendo poder de la llave de Núbise, pero no tenía los ojos blancos. Me decía que era tarde para él, que debía quedarme y quizá así lo consiguiera, y yo le decía que no iba a dejarle tirado, pero no podía arrastrarle porque pesaba mucho. Si Dante podía caminar, no quería. Le dije que aún podíamos hacer muchas cosas, y él me dijo que sí, y nada más. Luego ocurrieron explosiones abajo. Eran explosiones de verdad, así que había peligro, pero... por otro lado, esos colores entre el rosa y el naranja, los fuegos artificiales que subían en forma de círculo como el humo del tabaco... no quería irme, aunque tenía que hacerlo. Dante no paraba de llamarme... Chica, me decía, chica, y aunque le preguntaba qué era lo que quería, él seguía llamándome, como si pasara algo. Pero no pasaba nada. Ha sido el primer sueño vívido que tengo en mucho tiempo, y, por fin, no tenía nada que ver con Miedo, ni con ansiedad, ni tristeza, ni peligro. Estoy tumbada en unos tablones de madera, pero estoy muy agusto.

20 de febrero de 2020

Simetrías.


No importa cuántos chasquidos haya vivido con Pegaso, todos son como el primero. Mientras intento adaptarme al cambio de terreno después de hacer dos saltos, Luchadora llama a Servatrix a gritos, corriendo hacia la barandilla del barco, y tose, casi a punto de vomitar. Pegaso levanta las patas delanteras y despliega las alas, un caballo enorme, todos nos alejamos de él corriendo, y desaparece con otro chasquido. Dante ríe. Eissen arrastra a Optimismo por cubierta, Servatrix grita por él, y él agarra la muñeca de su madre, sufriendo y casi desmayado, empapado en sangre. Todos se movilizan alrededor de Optimismo, menos Dante, que está plegando su gabardina y la cuelga de una cuerda cerca del mástil. Imica tampoco, porque sigue apuntando a Dante con la lanza, y Orfeo, que está en el suelo, mirando con los ojos muy abiertos todo lo que está pasando. Dante se palpa las heridas y se frota los dedos rojos, como si acabara de tropezarse y estuviese mirando si el suelo ha ensuciado su ropa. El kunai que me ha dado también ha empapado de sangre mis dedos. Luego mira al chico, que todavía no se ha levantado.

14 de febrero de 2020

La que quiere volver, y los perdonavidas.


—Podríamos no hacer nada —dice Optimismo—. Nos vamos a casa e intentamos vivir tranquilos.
—Inténtalo tú —dice Luchadora—. Aún estás a tiempo.
Optimismo se encoge de hombros, y con eso, sus codos marrones se hunden más en la tierra. Para ver a los dos necesito mover la hoja grande que hay entre ellos y yo, y no hay manera de sujetarla con mi cuerpo, de poner la cabeza recta y sujetar el tallo con ella, se resbala por la nuca y vuelve a aislarme. Esta hoja para el viento caliente que sopla y lo desvía a mi cara, así que aún tengo más calor, y eso es malo para la irritación en el pecho, que por más que me rasco, me pica cada vez más, y la plancha de metal que nos dio Iloa me da aún más calor y me roza más con la piel, lo empeora todo. Y huelo mucho a humedad, a sal. Optimismo ha dicho otra cosa y Luchadora le ha contestado, pero no les he entendido. No culpo a Luchadora por hablar con él, de buen rollo, sin rencor ni esas cosas... es lo correcto. Necesitamos a Optimismo de nuestro lado igual que necesitamos a todos. Pero no lo vive igual el que tiene la lanza que el que recibe la puñalada, y yo vi cómo el cuerpo de Epón se partía en dos, delante de mí. Para mí, Optimismo era la imagen viva de la seguridad. Era el mejor de todas las mentes. El cuchillo negro de Stille sigue bailando en mis manos, y brilla porque ha cogido su sudor. Optimismo se da la vuelta y se gira hacia Eissen, que ahora mismo está hablando con Iloa sobre los animales controlados por Energía que están más cerca.

1 de febrero de 2020

¡Recuperado!


Mis ojos se abren de pronto. Huele a sal. La luz entra por una abertura, Madurez está a mi lado y me duele la pierna, por la madera que funciona como escalera para la litera de arriba. Haría frío, de no ser por la piel de oso sobre nosotras... y no puedo evitar sentirme extraña al no tener el tacto duro del cuero de la armadura en los hombros, ni las correas apretándome piernas y brazos. A los enanos que construyeron este barco les hubieran venido bien los diseños de interiores de los barcos de piratas que Mentes veía continuamente cuando era pequeño, piratas y dinosaurios, barcos y volcanes. Sabía nombrar cada barco por su forma y el número de mástiles, y un dinosaurio por la forma de los huesos. Luego se interesó por los bichos y las arañas, después, por los pájaros... y ahora no se interesa por nada. Porque Erudito está muerto, y ninguna mente se ha ocupado de lo que él se ocupaba... ¿o sí? Esta nueva obsesión por estar al tanto de toda la actualidad política, del reciente atentado que ha ocurrido en Irán, los ecos de la guerra que continúa en Siria, las tormentas en Filipinas... puede que Miedo sea el nuevo Erudito, después de todo. Retiro el brazo que estaba enterrado por el cuerpo de Madurez, que hace mucho ruido al respirar. La manga aún está mojada del chapuzón de anoche.