Dos tristes fieras fueron juntas a un funeral.
El fuego, canción seca, entonando con voz afinada las tristes notas de humedad en sus ojos, el acorde de las hienas que en un derroche de maldad apartó a una fiera de sus brazos para no verla más.
Los pastos fatigados, las colinas abrasadas, los amigos que se acercaron, tendidos en ristra, algunos muertos en vano, otros con ojos abiertos y sorpresa sincera, preguntándose el por qué de la atrocidad. Calíope de pie entre ellos, frente al hoyo negro, sollozando junto al cadáver de Faro, pendiente de la promesa de que su chico no regresaría hasta derrotar a la bestia que privaba su corazón de paz. Prometió ser su pareja, prometió volver con la integridad ilesa para estar con ella, y ella esperaba, sin más esperanza de que la espera acabara como mereciera acabar.
El fuego, canción seca, entonando con voz afinada las tristes notas de humedad en sus ojos, el acorde de las hienas que en un derroche de maldad apartó a una fiera de sus brazos para no verla más.
Los pastos fatigados, las colinas abrasadas, los amigos que se acercaron, tendidos en ristra, algunos muertos en vano, otros con ojos abiertos y sorpresa sincera, preguntándose el por qué de la atrocidad. Calíope de pie entre ellos, frente al hoyo negro, sollozando junto al cadáver de Faro, pendiente de la promesa de que su chico no regresaría hasta derrotar a la bestia que privaba su corazón de paz. Prometió ser su pareja, prometió volver con la integridad ilesa para estar con ella, y ella esperaba, sin más esperanza de que la espera acabara como mereciera acabar.