Su voz tronó por todo mi mundo mientras ella clavaba sus ojos en los míos con la mirada ida, tan cerca, pero tan lejos...
El caminar se hizo más pesado mientras sentía cómo ella apretaba levemente su mano contra mi pecho.
Un hombre me recibió en la puerta, y poco después Luchadora descansaba sobre una camilla, con el pulso estable pero débil.