Los aullidos resuenan en la noche, bañados por la luna, pero la roca de la montaña aún sigue negra como la noche, y apenas se distinguen las piedras que sobresalen del camino. Aquí no hay árboles, pero distingo algunos más abajo, donde la montaña ya no está y la luna alumbra con normalidad la noche. El viento no es tan acusado como antes, pero todavía suena, y mantiene mis brazos fríos, y noto el cuello débil y congelado. Si noto los dedos de las manos, es porque la piel de Energía está más caliente. Los aullidos resuenan en la noche, y poco a poco, están aumentando de volumen.
—¿Qué me ha pasado?