21 de septiembre de 2018

Gracias por leerme.


Ha pasado un año desde el estreno de la tercera temporada de Crónica de Mil Mentes. Cuatrocientas noventa y cinco páginas. ¡495! ¡Y 840 en formato libro! Nunca, nunca en mi vida había escrito algo tan largo, de forma tan constante. Teniendo en cuenta que también he mantenido vivo el blog ¡Muy Rocambolesco! y que a parte estaba escribiendo también la versión definitiva de mi primera novela, puedo decir que el curso 2017-2018 ha sido el más productivo de la historia con muchísima, muchísima diferencia.

20 de septiembre de 2018

Nuevas promesas.


Mentes se limpia los ojos de lágrimas, y se recompone. Un tentáculo, aquí, abajo, golpea las paredes de la torre desde fuera y hace caer polvo del techo. Dante sigue en posición, pero nadie avanza. Arriba, el amigo de Mentes le pregunta si necesita algo, y él asiente con la cabeza, pero yo no he ordenado eso, noto cómo el control se me ha escapado y sé que ahora lo tiene Social. Los disparos de su bastón desde fuera acaban con los golpes en la pared.

—No he sido yo mismo últimamente —dice—. No encuentro palabras ahora, pero... ¿Te quedarías a mi lado?

19 de septiembre de 2018

Confrontación.


El enano está ahí. No me ha visto. Trepo el árbol un poco más, de rama en rama, sin hacer un solo ruido. Me clavo una astilla, pero no me importa, porque mi piel blanca la cicatrizará en menos de un minuto. Cuando veo el pájaro, él ya me ha visto y echa a volar, asustado. Me oculto corriendo de la vista del vigía, pegado al tronco. ¡Qué casualidad que estoy en el árbol con menos hojas! He podido escuchar cómo el enano se ha girado, puedo escucharlo todo. Ni siquiera respiro. Escucho la tela del vigía volver a doblarse, por eso sé que se ha girado de nuevo hacia adelante, y puedo seguir escalando para encontrar un mejor ángulo. No todos los vigías han sido tan fáciles como este. El que me vio sí que estuvo jodido, de haber fallado el tiro ya me habrían descubierto. Fue un buen tiro, ese. Cuando se quiso dar cuenta, el enano tenía veinte centímetros de piedra clavados en las costillas, todos sus órganos desgarrados, y caía a plomo contra el suelo. Su ropa fue muy útil contra el frío, muy útil en la noche, me aportó camuflaje y tapó mi piel blanca, aunque solo fuera la del cuello y los hombros.
Gracias a esta ropa, los siguientes vigías enanos cayeron de forma más ordenada. Como este. Este va a caer de manual.

13 de septiembre de 2018

Canción para una madre.


El aire frío azota los sauces. La hierba queda plegada y sometida a la dirección única del viento, hacia el noreste, una zona seca, más allá del bosque, que no hemos llegado a ver. Los diferentes aparejos y cacharros que guardaba el viejo fuera golpean la pared de forma caótica. El aire también revuelve el pequeño huerto más allá del río, cuya verdura aún no ha madurado. El río es el único que permanece inmutable en toda esta locura, el río y también el cielo, gris homogéneo. Siento frío, por más que me froto los hombros. No hay cantos de pájaros a lo lejos, el viento lo ha callado todo, y él es el único que silba en todo el valle. El valle es suyo, él lo gobierna, todo, salvo a Stille. Permanece recta, impasible ante la fuerza del aire o la temperatura, sus ropas parecen velas blancas y rojas, su pelo una bandera que ondea. Está lejos. Lo único irreductible. Ella nunca perteneció a nadie, y mucho menos al viento. Ya la hemos llamado, pero no viene, quiere llorar a Sombra, enterrado junto a Bhimani, los dos a los pies del sauce rosa.

6 de septiembre de 2018

Siroco.


El mediodía es frío y nefasto como cabría esperarse de octubre. Saco las piernas del agua, porque no aguanto más, pero lo hago sin levantarme, todavía tumbada en la hierba y las piedras. Tengo las piernas tan descansadas... Suspiro. Más allá del cielo, Mentes discute con su madre sobre la denuncia de María. Llega a nosotros otra bomba, como de costumbre, que la policía quiere investigar el caso para asegurarse de que no ha sido un asesinato... un interrogatorio y una inspección, en principio, pero quién sabe... Es mucho, pero no hay cambios en el cielo. Eso significa que, dentro de Mentes, todo sigue igual. Le da igual. Pero a mí no me da igual, ni un mínimo. Desvío la mirada de las nubes, para dejar de ver aquello, ahora que lo veo tan lejano, desde el asiento de atrás, sin posibilidad de hacer nada por ayudar.

21 de agosto de 2018

Galerna.


Me levanto. Cuando dejo el último hueso limpio sobre la pila que hemos dejado en la hierba, el viejo lleva ya un rato quieto y con los ojos cerrados, meditando. En el momento en el que me siento, me dice que me reúna con él junto al sauce rosa. Juraría que no ha abierto los ojos para comprobar que hubiera acabado. Ahora, debo ir a ese árbol.
Mientras el resto de mentes conversan, yo les doy la espalda. Me centro en la belleza del árbol, las ramas finas que descansan sobre la superficie del agua... las raíces crecen dentro del río. Junto a él, la cascada, una caída de tres o cuatro metros de ruido, y el río se pierde hasta el final del valle, donde ya se tuerce, en dirección al mar.

—Esta tarde meditaremos.

13 de agosto de 2018

Poniente.


Una pequeña sacudida, y ya estoy despierto. Desecho está frente a mí, me echo todo lo atrás que puedo, hasta que la muñeca se queda enganchada en la esposa. Está tan cerca que no veo nada más que su cara y su melena caída a los lados. La luz de los candelabros, en el techo, le ilumina algo la cara. Continúa mirándome, la barba poco poblada cae hasta mi pecho, sus ojos son tan reconocibles...

—Ya vale, ¿no? —digo.

Él se tapa la boca, dando pasos hacia atrás tan pequeños que parece estar bailando. Aunque pone cara de sorpresa, está a punto de reír. ¿Se está quedando conmigo, o solo es imbécil? Cada vez que le veo, el corazón hace un pulso muy fuerte. Es como ver mi cadáver. Solo que este cadáver está vivo, es alguien que piensa y siente, pero tiene mi imagen. Soy yo.

13 de julio de 2018

El hombre perfecto.


Han pasado muchas horas. ¿Han sido tres? No llevo reloj y si Mentes está despierto, no tengo forma de saberlo. Mucho menos ordenarle que mire la hora. Por lo menos han sido tres horas. Un pequeño manantial ha saciado a los caballos, y he visto varios conejos, pero no puedo cazarlos con una espada. Más allá del mar, el cielo brilla de color verde. Es sutil, pero los relámpagos estáticos ahí están, justo en el horizonte, y si retrocediera un paso, dejaría de verlos. La tierra vuelve a ronronear, de forma grave, como un animal gigante que duerme. Esta tierra es muy extraña a la nuestra... rebosa vida, todo lo contrario a lo que nos dijo Dante, pero no la comprendo. No sabría decir por qué, pero sé que soy un extraño en ella. Los animales lo saben. Uno de los conejos se me ha quedado mirando, con ese ojo gigante y amarillo, juraría que brillaba.

27 de junio de 2018

La casa tranquila.


Cae la lluvia sobre el claro. Los ojos de Afrodita están cerrados. Energía está a mi lado, cabizbaja, y detrás de ella está Stille, quieta y solemne. Social se lleva las manos a la boca. La luz del rayo ilumina a Jil y a Jacob, y este, con los ojos cerrados como Afrodita, tiene la mano en el pecho. Se escucha el trueno. Social estalla con él, su voz rasgada da forma a las gotas de lluvia que caen sobre la piel pálida de la mujer. Social grita más, coge la mano de Afrodita. Es inútil. Otro rayo dibuja sombras fantasmagóricas en los cuerpos de los dos, y pareció por un momento que Afrodita abría los ojos. Me ha dado un vuelco el corazón. El trueno llena el bosque con una vibración severa.

20 de junio de 2018

Es imposible retroceder.


Ahí asoma el sol entre la quietud de los árboles... por fin se muestra después de tantos minutos de luz. Toso, y arropo el cuello con mis manos. La izquierda de las dos está fría, porque lleva horas sobre el mango negro de la espada. Espero que con el sol, llegue el calor que se fue a lo largo de la noche. Echo de menos mi abrigo de piel de oso. Echo de menos enfrentarme a uno. Esta tierra es peligrosa, pero no he visto un solo depredador amenazante en todo el continente, quizá no se haya acercado porque somos un grupo, pero eso no ha impedido que en el pasado oseznos y lobos descarriados asaltaran la comida de nuestros campamentos en el bosque.

13 de junio de 2018

Vísceras.


Espoleo un poco a la Señorita Lorraine, y me recojo el pelo húmedo detrás de la oreja. El sol no calienta como solía hacer en casa, allí abrasaba la piel y había que buscar las sombras de los árboles, las veces que era necesario salir. Aquí no golpea, apenas lo siento, pero el aire es caliente, hace que mi armadura parezca más pequeña, y que la abertura para el cuello se estreche... necesito respirar más. Mis compañeros no se mueven, se limitan a existir detrás, sentados y cabizbajos. Más allá del cielo sin nubes, Mentes camina junto al parque, también cabizbajo. No sé en qué piensa exactamente, puedo ver sus acciones, pero no sé sacar ninguna conclusión. Puede que esté pensando en cómo solucionar con María la petición de divorcio... puede que baste hablar con ella, o puede que haya que reconquistarla, ¿pero cómo va a reconquistar Dante a María sin Afrodita? Ella balbucea algunas palabras que se mezclan con el sonido raspado de su cama contra la tierra, la escucho llamar a María casi sin fuerzas. Quizá esté soñando.

31 de mayo de 2018

Purita.


Es extraño. De pronto estoy con los ojos abiertos, mirando el techo de mi habitación, y tengo sueño, pero no puedo dormirme. Tengo los ojos tan abiertos, y aunque me duelan y quieran dormir, no van a cerrarse. A través de la puerta de madera se filtran los rayos de sol, y oigo movimiento en la parte baja de la torre. Son pequeños golpes, que cuando suenan, hacen temblar de forma sutil todo a mi alrededor. Quiero dormir, pero no lo haré, así que me levanto, porque total... Subo las escaleras, pero Dante no está en la terraza, quizá esté durmiendo. No recuerdo a qué hora me fui a dormir, de hecho, no recuerdo haber ido a la cama anoche.

16 de mayo de 2018

Tres luces que brillan.


Me despiertan los pájaros por la mañana. Nooo, no, quiero seguir durmiendo... La luz que se filtra por la puerta es muy molesta, me coloco la almohada encima de la cabeza, pero es mucho peor. Si duermo boca arriba, me da la sensación de que no voy a poder respirar cuando duerma, si me pongo de lado tapa o los ojos o los oídos, pero no las dos cosas, y encima el cuello lo tengo demasiado torcido. Si me pongo boca abajo... ¿Quién podría dormir boca abajo?
Intento calmarme y no pensar en nada, así que me pongo un gran fondo blanco en la cabeza, porque quiero dormir. Escucho aún los pájaros afuera, ¿cómo se llamaban? ¿Jilgueros? Ya ni me acuerdo... A lo lejos distingo los sonidos de la forja, porque deben tener las puertas abiertas, pero no es el típico sonido de sierras. Parece maquinaria.

9 de mayo de 2018

Más allá de los ojos anaranjados.


Las plantas azules continúan iluminando el túnel de forma tenue. No puedo más. Esta cueva solo tiene plantas azules e insectos tan grandes como mi cabeza, que iluminan de color verde. He visto alguno escurrirse por las paredes oscuras de la cueva y meterse en los recovecos. Atrás, he dejado de sentir vibraciones hace tiempo, pero la idea de que aparezca un gusano gigante que ilumine de color amarillo y me coma, o me aplaste en estas paredes, es lo que me hace seguir moviéndome. He tenido mucha suerte de encontrar una raíz seca y prácticamente partida en una de las paredes del principio. La madera seca, hueca y gris me sirve de apoyo, y es lo único que me impide caer al suelo y permanecer hasta morirme.

15 de marzo de 2018

Solía conocerles.


Los aullidos resuenan en la noche, bañados por la luna, pero la roca de la montaña aún sigue negra como la noche, y apenas se distinguen las piedras que sobresalen del camino. Aquí no hay árboles, pero distingo algunos más abajo, donde la montaña ya no está y la luna alumbra con normalidad la noche. El viento no es tan acusado como antes, pero todavía suena, y mantiene mis brazos fríos, y noto el cuello débil y congelado. Si noto los dedos de las manos, es porque la piel de Energía está más caliente. Los aullidos resuenan en la noche, y poco a poco, están aumentando de volumen.

—¿Qué me ha pasado?

22 de febrero de 2018

Formas.


Bajo las escaleras, despacio y sin hacer ruido, para que no me vea nadie. Cuando abro la puerta de piedra, se atranca, tengo que hacer fuerza y ha hecho bastante ruido. ¡Pero bueno! Aunque, comparado con el ruido que viene de dentro de la forja, no ha sido nada. Bueno, bien, ahora solo tengo que colarme sigilosamente en la habitación de Orfeo. Bajo la escalera, giro la primera esquina, y me encuentro de frente con un enano, se ha asustado y se le han caído unas piedras al suelo. Me voy de ahí, caminando rápido, mientras el otro no para de maldecir mientras las recoge. No era ese el concepto de sigilo que estaba pensando... soy un poco negada en eso.

8 de febrero de 2018

La negación.


El sol empieza a desaparecer en el mar, pero las montañas ya viven en la noche. Apenas puedo distinguir el paso que debemos tomar, una franja negra en la que la montaña se parte, oscura como ningún lugar de la montaña. Lorraine salta hacia la orilla, y con este río ya hemos cruzado todos los que inundan el valle, ahora la tierra empieza a subir en cuesta, se irá secando hasta que solo quede roca yerma, y entonces comenzarán las montañas.

—Acamparemos aquí. No cruzaremos el paso de noche.

2 de febrero de 2018

Que no se dé cuenta.


La Señorita Lorraine camina. Yo vuelvo a pensar en ese momento.

—¿Podemos hablar? —dice Eissen.
—Últimamente quieres hablar mucho —digo, sonriendo.
—Quería decirte que has... me ha parecido muy valiente lo que has hecho.
—¿El qué?
—No tuviste miedo, avanzaste hacia el tigre desarmada, sin saber si te atacaría o no, mientras el resto corríamos.

¿Cómo que no tuve miedo?

—Bueno, es lo de siempre —digo—. Si corres, sabrán que te han pillado. Si avanzas hacia ellos, decidida, sabrán que tú les has pillado a ellos.

21 de enero de 2018

El ermitaño está vivo.


Por fin veo la luz del sol a través de los troncos de los árboles. Por fin, después de días vagando en este infierno de jungla, voy a poder descansar en paz. Los mosquitos me han acribillado, esa araña me abrasó la mano, pero al fin podré irme de aquí. Estoy tan cansado... Una jungla exuberante, llena de alimento, y apenas he podido coger nada. Echo un vistazo atrás a los árboles resbaladizos y los cientos de gorjeos que se esconden entre sus ramas. Ojalá sea el último de los vistazos. Cuando avance los cien metros que me quedan, no volveré a pisar este lugar maldito. No volveré a escupir hormigas cuando me despierte en la noche.

11 de enero de 2018

La chamana fuerte.


Cuento a los demás lo que le ocurre a Afrodita, sin poder darles más que absolutamente nada. No sabemos la gravedad de su veneno, no sabemos nada salvo que tendrá que soportarlo, además de la rotura de su cadera. Tan solo sabemos que el veneno procedía del metal de uno de Los Creadores, el azul, que la hirió con su mano al agarrarla y lanzarla lejos. Imica, que me ha acompañado y coge mi mano, nos dice que la morfina también aliviará su dolor de cadera. Tendremos que racionarla todo lo posible, para que no sufra... hasta que se acabe. Todas las caras son de abatimiento, incluso la de Energía, y no me extraña. No podemos perderla, no ahora, ahora la necesitamos junto a nosotros, mucho más que lo que ella nos necesita a nosotros. Imica avanza hasta colocarse en el centro del círculo imperfecto.